miércoles, 1 de agosto de 2012

EL AMOR SANA

 


el amor sana
 
Todos necesitamos amor, toda busqueda, es busqueda de amor. Puede estar
oculta bajo 1000 formas, pero siempre es amor. Las formas se las da el ego.

El amor es el fin de toda busqueda.Y a veces lo encontramos, y nuestro ego
separa, porque nuestro ego busca dominarnos, y el amor libera.

El amor sana. El amor nutre. Todos somos fuentes inagotables de amor.
Fuentes que podemos nutrirnos a nosotros mismos de amor, de todo el amor que necesitamos.

Pero por algo creamos familias, sociedades, relaciones, para aprender a
convivir en amor.Vivimos la experiencia de vivir acompanados por companeros
de camino, nuestro universo es infinito, y aunque la fuente de sabiduria
esta en nosotros, en nuestro ser, compartir es nuestra mision, y lo que nos permite crecer.

Porque dando es como se recibe, y porque todos somos hijos de Dios.
El escenario de la vida es un espacio para desarrollar el amor, la compasion, la gratitud.

El escenario de la vida es el ambito para conocernos a nosotros,
para aceptarnos a nosotros , y desde la aceptacion... Ser.

Quien juzga se condena a sI mismo.Y nadie es culpable por amor.

El amor sana.

El amor libera.

El amor nutre.
La felicidad fluye cuando aceptamos el amor. Deja que florezca el amor que
habita en tu ser. Deja que tu ser sea el jardIn donde el amor de tus hermanos
florezca, ya que vos sos ellos, y ellos son vos, y si su amor florece,
tu Ser sera un jardin divino.

Ya sos una divinidad.Ya sos amor. Acepta ser quien sos y se feliz.
 
Aceptate y Se. Amate y ama.
Autora: Ale Flores, 9 de Junio de 2012, La Merecida. Silla Naranja.Altar de Fuego

lunes, 12 de marzo de 2012

LA SUPREMA INDIFERENCIA

LA SUPREMA INDIFERENCIA

En un amplio patio de la casa más elevada del poblado, descansaba una sabia anciana cuyo rostro se decía que inspiraba una extraña mezcla entre misericordia y firmeza. Era conocida por el nombre de RAMALA, y de todos era sabido que sus palabras parecían brotar del manantial de la eterna sabiduría.
Un día de sol, en el que la anciana se hallaba meditando bajo la sombra de una vieja higuera, se presentó ante el umbral de su casa un joven que dijo:
"Sabia amiga ¿Puedo pasar?"
"La puerta está abierta". Respondió RAMALA.
El joven, cruzando el umbral y acercándose hasta la anciana, dijo:
"Me llamo Magén y trabajo como artista. Mis realizaciones son sinceras y plenas de sentimiento, sin embargo, tengo un gran problema: Me atormentan las críticas que se hacen de mi obra y de mi persona. Vivo obsesionado por la perturbación de las descalificaciones y, por más que trato de que no me afecten, terminan por esclavizarme...
"Sigue, explícame todo lo que te pasa". Dijo la anciana mirándole con amor y comprensión.
"Puede decirse que para tomar cualquier decisión", contestó Magén, "necesito la aprobación de los demás. Y sucede que cuando me piden algo que no puedo de inmediato complacer, la tensión que de pronto, inunda mi pecho, me llega a quitar el sueño. En realidad, no sé decir "no" y por temor a que no me quieran no me permito ser yo mismo con todas las consecuencias. Sé que eres sabia y que tu fama de sanadora alcanza los horizontes más alejados. Dicen también que tus remedios son extraños, y sin embargo no me falta confianza para acudir a ti, a fin de conseguir la paz que tanto necesito".
RAMALA, mirando al joven con suave firmeza le dijo:
"Si quieres realmente curarte, deberás dirigirte al cementerio de la ciudad. Una vez allí, procede a insultar y calumniar a los muertos. Deberás pronunciar los peores y más indeseables juicios. Cuando lo hayas realizado, vuelve y relátame lo que te haya sucedido".
Ante esta respuesta, Magén aunque se hallaba un tanto desconcertado por no entender el porqué de tal remedio, se despidió y salió de aquella casa.
Al día siguiente, se presentó de nuevo ante RAMALA.
" Y bien, ¿fuiste al cementerio?". Pregunto éste.
"Sí". Contestó MAGÉN en un tono algo decepcionado.
"¿Y qué te contestaron los muertos?" dijo RAMALA.
"Pues en realidad", respondió Magén en tono incrédulo, "no me contestaron nada, estuve tres horas profiriendo toda clase de críticas e insultos, y en realidad, ni se inmutaron".
La anciana sin variar el tono de su voz le dijo a continuación:
"Escúchame atentamente. Vas a volver nuevamente al cementerio, pero en esta ocasión, vas a dirigirte a los muertos profiriendo todos los elogios, adulaciones y halagos que seas capaz de sentir e imaginar".
La firmeza de la mujer eliminó las dudas de la mente del joven que tras despedirse, se retiró de inmediato.
Al día siguiente MAGÉN volvió a presentarse en la casa...
"¿Y bien?" preguntó RAMALA.
"Nada". Contestó MAGÉN en un tono muy abatido y desesperanzado. "Durante tres horas ininterrumpidas, he recorrido las tumbas y he articulado las palabras más hermosos acerca de sus vidas, y también he destacado las cualidades más generosas y benéficas que difícilmente pudieron oír en sus días sobre la tierra, y me pregunto: ¿Qué ha pasado? Pues nada, no ha pasado nada. Allí, ni se inmutaron ni respondieron. Todo continuó igual a pesar de mi entrega y esfuerzo. Así que me pregunto ¿dónde está la eficacia de esa extraña medicina? ¿eso es todo?" interpeló el joven con cierto escepticismo.
"Sí" Contestó RAMALA mirándole a los ojos de forma dulce y contundente. "Eso es todo... porque así debes ser tú MAGÉN:
INDIFERENTE COMO UN MUERTO A LOS HALAGOS E INSULTOS DEL MUNDO .

Sé tu mismo, imperturbable e inafectado más allá de los claros y los oscuros del mundo superficial.
Recupera el poder que has dado a los demás y confía en la perfección del Universo que se expresa a través de tus errores y aciertos .

miércoles, 11 de enero de 2012

¿COMO SE HACE LA VIDA?

¿COMO SE HACE LA VIDA?

La vida se hace sorbo a sorbo, paso a paso y día a día.

Se hace saboreando el Universo, caminándolo a lo ancho y a lo hondo, mirándolo a través de sus colores, oyéndolo a través de sus sonidos, palpándole la perfección y desentrañándole la luz.

La vida se hace como trabajadora de su siembra, como obrera de su palabra, como jardinera de sus flores, como cantadora de sus prodigios... como El te mandó hacerla.

La vida se hace agitando el mundo que llevamos dentro y descubriendo el mundo que llevan los demás.

Se hace respirando a Dios con la fuerza de la naturaleza, con la sabiduría de su gracia y con el impulso de sus pisadas, que van tras nosotros para que no perdamos el camino ni se nos distraiga la luz.

La vida se hace sufriendo, pero sin apagar nunca la velita encendida de la fe.

La vida se hace amando, porque el amor tiene tanto que hacer en el mundo, que no da tiempo para odios ni rencores.

La vida se hace en el espacio de lo cotidiano, en pequeños trozos de cada día, en raticos, en raticos que encendemos de pasión, en vuelos que se emprenden con besos y son sueños.

Velar y dormir, soñar y despertar, llorar y reír, creer y dudar, caer y levantarse: eso es hacer la vida.

La vida no se hace para lucir, para exhibirse, para mostrarnos como en un escaparate de vanidad y focos de colores.

La vida se hace en el recinto íntimo, en ese taller de abeja trabajadora que llevamos dentro, en ese aguijón que extrae y regala, que profundiza y endulza.

La vida se hace en el centro de trabajo de uno mismo, con su esfuerzo silencioso, efectivo, constante, devoto y masivo. Un esfuerzo que abre surco y un surco hecho para que no deje de producir.

Hacer la vida no es diseñarla a nuestro antojo, ni coserla a nuestro capricho: es estar siempre en las puntadas de su tela y en el estambre de su tejido.

Hay que caminar la vida, porque es la única manera de llegar.

Irla resolviendo con la lógica, pero emocionándola con el espíritu y calentándola con el corazón.

La vida se hace cuando das la mano y trasmites una corriente, cuando das una sonrisa y cuelas la luz, das un beso y cierras los ojos, te das a ti misma… ¡y parece que concentras el universo en tu corazón!

La vida se hace en el espacio de tu mundo y en donde se libran las batallas de los demás.

Se hace en el horizonte de ti misma y en donde vuelan los sueños de los otros, en la siembra frondosa de tu tierra y en la raíz raquítica del huerto ajeno.

La vida se hace de regalo, sin seleccionar, ni preguntar, ni escoger.

Cumple tu misión de dar.

Déjale a Dios el balance de lo que debes recibir.

Porque en ese libro de la generosidad, del esfuerzo y de la entrega, ¡se hace la vida!